martes, 23 de abril de 2024

Ágora de Babel Elegir nuestro propio Infierno


Nadie cuestiona a un niño de 6 años por creer en Santa Claus o los Reyes Magos, pero lo terrible es la credulidad de tantos adultos en horóscopos, rituales New Age, modas pasajeras de esoterismos y conexión con el universo, los caudillos populistas, las oposiciones al vapor, afinidades así.

Nos arrastra esa necesidad de creer, que mira con malestar, o de plano temor y odio, a quien no comparte eso en lo que creemos firmemente. Nuestras democracias van entrando más y más en ese terreno pantanoso. Aunque lo sabemos perfectamente no atinamos a vislumbrar más opción que votar por lo menos peor que encontremos en la boleta. ¿Es tan importante el voto?

 

La reconciliación imposible

Ante agravios acumulados y narrativas confrontadas sobre el presente y el pasado, el futuro se nos reduce a un horizonte tan inmediato como el 2 de junio. ¿Y luego?

En redes y chats la vorágine sigue siendo la polarización, el maniqueísmo, la fragmentación, el interminable refriteo del escándalo, del meme infame del día, de noticias y videos que casi nadie ve y menos verifica su veracidad. Es fácil denigrar al contrario. Lo difícil es escuchar, analizar y reconocer méritos en lo que plantea, lo que importa es circular el ruido. Así nuestra ensordecedora Babel.

 

Elegir sin dudar

Los convencidos lo están porque además todos los demás deberían elegir también lo mismo. Esa pretensión de unanimidad es el Infierno de una democracia degradada a la incapacidad de tolerar la duda, el disenso, la deliberación para la construcción consensuada de alternativas al polo opuesto.

¿Alguien se plantea cuál será la hoja de ruta para resistir a la imposición de la calca? ¿Estamos generando agenda ciudadana para recomponer la representación política ante partidos tan degradados? ¿Es factible la emergencia de un nuevo partido que congregue a la dispersa Fuerza Rosa? ¿Más de 20 millones de compatriotas ajenos a todo esto son simplemente indolentes y estúpidos?

Pero ni siquiera estamos revisando las propuestas de la alianza ni generando posicionamiento desde abajo, desde nuestro entorno, nuestra comunidad, nuestra gente. Lo único que importa es tomar posición cuanto antes y ya.

No hay tiempo para otra cosa. Nunca lo ha habido. Así llegamos aquí, a este Infierno al que somos incapaces de asumir que hemos contribuido con acción, omisión, silencio. Estamos embarcados y el lugar para deliberaciones y conversaciones incomodas es un futuro indeterminado. ¿Algún día alguien enunciará todo lo acumulado ahí por décadas? Así la utopía del Ágora.

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