sábado, 19 de febrero de 2022

Exotismos y crudezas chilangas La Sirena mi Sister I

(Publicado originalmente en Gaceta del Parque el 8 de junio de 2021)

Para V, esa desbordante Vagabunda del Universo


Nunca sospeché ni remotamente que esa Valquiria del Golfo (o zonas aledañas, qué más da), tan desenfadada pedaleando su rodadora gris, tan discreta en sus ideas y sentires, tan explosiva en ciertas ideas y sentires, tan dada a la conversación sustancial, jocosa e irreverente, tan pletórica de alegría y creatividad, tan atormentada como las jóvenes que padecen la incertidumbre y violencia de estas latitudes, de este país y otros que ha recorrido como buena vagabunda, de esta Ciudad que ella goza y padece como tantas otras sirenas, como todas las mujeres, sería una de las increíbles hermanas que la vagancia me dio.

Como en toda confraternidad, arribamos a cúspides y descendimos a abismos, a la incalculable distancia sé que sabe ser tan plena y feliz de esa manera tan suya, y que un buen día nos veremos otra vez, y será para bien.

Es un ser del oriente, ése que justo estos días genera mofa chilanga por la manía electoral, aunque podría pasar por turista extranjera mientras ha residido casi toda su vida en Iztapalapa y profesa un profundo amor por la Sierra de Santa Catarina, con sus legados y misterios, por los barrios aledaños con su gente imbatible que también vive ahí y trabaja en todas partes, en toda la infinita Ciudad, por los puestos de tlacoyos y garnachas, por los arrabaleros expendios de pulque que reúnen a universitarios desbalagados y cargadores de la Central de Abastos por igual.

Es nocturna y su plenitud es el desvelo, el insomnio, la madrugada rolando para arribar a su lugar o al de valedoras o valedores, desafiando igual a la aurora que a la vulgar oscuridad, muchas veces con el estímulo de lo bebido, lo consumido, lo alucinante. Alguna ocasión que preparamos nuestro rupestre clericot en una jarra masiva, luego abrimos un vino blanco y al final unas cervezas, yo casi no podía tenerme en píe y me urgía dormir la mona tras tanta bebida, comida, charla y música. En cambio, ella tranquilamente sirvió otra ronda, rasgueo algunos acordes, me convocó a balbucear alguna rola cuando ya desplegaba sus dotes de sirena y al rato se despidió, trepó la bici y se marchó tan campante en la profundidad de la noche.

Es crepuscular porque desafía todas esas convenciones académicas, pequeñoburguesas y políticamente correctas de quienes nos horrorizamos con los halcones que vigilan un vasto terreno baldío mientras ella, sin inmutarse siquiera, ingresa hasta las entrañas, bordeando los montones de desperdicios y cascajo para trepar esa inmensa peña de Citlalli como explorando un paisaje apocalíptico, y se maravilla junto conmigo del hallazgo de media docena de cachorros criollos que quién sabe qué malnacidos recién habían abandonado en una caja. Medio organizamos el rescate porque no había modo de llevárnoslos en las bicis.

¿Qué habrá sido de esos peluditos?

Así algunos brochazos de los asombros con esa sister que ni remotamente la retratan de verdad. Me encanta porque siendo oriunda de ese crudo y exótico oriente realmente podría desenvolverse en cualquier universo. En realidad se desenvuelve en cualquier universo. Relataré un poco más en otras entregas, queda por descubrir cómo se convirtió en sirena.

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