martes, 15 de marzo de 2022

Exotismos y Crudezas Chilangas Hogar, amargo hogar

(Publicado originalmente en Gaceta del Parque el 27 de septiembre de 2021)


“Es difícil vivir con miedo. Eso es ser esclavo”

Roy Batty


La gente en las calles necesita un lugar a donde ir

En tiempos de romatización de la pobreza, cuando todos los días se nos repite desde el mañanero púlpito que deberíamos conformarnos con una par de zapatos, con un atuendo modesto y limitado, que Cristo murió por lo pobres, que ser aspiracionistas es inmoral, igual que lo es contar con viáticos para consumir en restaurantes ostentosos, o de medio pelo, mientras el mejor manjar es la garnacha o el antojito en el modesto changarro a la orilla del camino, que la hipocresía es el credo conservador (eso sí suena convincente, basta ver las propiedades y el estilo de vida de los allegados y los matraqueros…), que es inútil realizar estudios de posgrado en el extranjero porque solo se aprenden malas mañas, y variaciones sobre esto, propias del mensaje de fondo de Nosotros los pobres: pobres pero honrados, pobres pero felices, lo cierto es que la pobreza dista años luz de ser así de idílica.

Nuestra Ciudad (y ya prácticamente cualquier ciudad del país) gris, caótica, atiborrada, maloliente, con interminables zanjas y escombros, con todo espacio público más o menos transitado invadido por todo tipo de vendedores ambulantes, toreros, franaleros, limpiacoches, lavaparabrisas, cirqueros, malabaristas, magos, fakires, escupefuegos, organilleros, o simples mendigos y malvivientes, nos incrusta la vista de la miseria todo el tiempo, al grado que ya nos resulta invisible.

Todos los que contamos con el privilegio de un sitio para descansar, leer, escribir, charlar con los seres queridos, ver series, películas, programas de televisión, escuchar música, tomar alimentos, asearnos, dormir cómodamente, somos eso: privilegiados. La inmensa mayoría de los compatriotas se las arregla entre el hacinamiento, con carencias respecto a tan elementales satisfactores y peor aún, quienes padecen alguna discapacidad, los adultos mayores, las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, las mujeres y desde luego una proporción importante de varones, sufren además distintos tipos de violencias, en eso que llamamos hogar, en Las comunidades, en el transporte, en la escuela, en el centro de trabajo. Todos los indicios apuntan a que en los últimos tres años todo esto solo ha venido empeorando. Es como vivir permanentemente en una versión reloaded de la legendaria película Los Olvidados.

Pero al único lugar al que se puede huir, es ése al que eufemísticamente llamamos hogar.

 

Échale ganas

Nos aterroriza perder el mínimo status, el sólido o precario bienestar que sea que hayamos alcanzado, y nos cautivamos con todo lo que suene o huela a historia de éxito. Hay que luchar en ese día a día y salir adelante, a toda costa, con uñas y dientes, sin mirar a los lados, sin mirar atrás, sin importar a quien haya que pisotear, simplemente son los perdedores. Es un mundo cruel. Eso sí, hay que mostrar cierta conmiseración de cuando en cuando y aportar algo para esa terrible historia del día que nos ha conmovido a todos… hasta que aparezca la próxima.

Aunque no queramos mirar, el hogar ya está en llamas, no hay más donde esconderse.

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