martes, 29 de marzo de 2022

Exotismos y Crudezas Chilangas Pagar para maltrabajar para malvivir I: Preámbulo

(Publicado originalmente en Gaceta del Parque, el 30 de noviembre de 2021)

 

Es tan feo el trabajo que hasta pagan por hacerlo. Yo prefiero no comer a vivir en este infierno. ¡Renuncio!” Lora

Fotograma de Salón México (Emilio Indio Fernández, 1949)
 

Desmadre vs. Trabajo

En algunos de los desperdigados textos que he tirado acá he insistido en la legendaria famita que arrastramos como una sociedad caótica, festiva, implacablemente desmadrosa. Me gusta rondar en las desmesuradas contradicciones que arrastramos, en las que también somos tan guadalupanamente fieles al echaleganismo, al elogio del esfuerzo individual, a la fe en los grandes ídolos y figuras del deporte, el emprendedurismo, la movilización por causas nobles (orgullosamente tercos…) el espectáculo, hasta de la ciencia y la cultura… y por el esfuerzo de uno que otro personaje político (por ejemplo, ese otro que también presume de ser muy terco…)

El hecho es que ese culto al desmadre es la otra cara de la moneda de un pueblo laborioso, esforzado, incansable, sacrificado. ¿Cómo anda nuestro disfrute de los frutos de nuestro trabajo?

Entorno de alta inflación… desde los inmemoriales años de mi infancia me resuenan las eternas quejas de mi madre, de mis tías, de las abuelas, de todas las señoras vecinas, por lo caras que estaban las cosas (“la patita, se ha enojado -como tú-, por lo caro que está todo en el mercado”). El sueño de trabajar duro y prosperar es para muchos ilusos, también para los más competentes, o más audaces, finalmente para esos que sí cumplen ese objetivo de escalar (a veces a cualquier precio) y triunfar dejando atrás la miseria, que los hay. Dichosos sean.

Fotograma de Lola (María Novaro, 1989)

¿Cómo nos arreglamos?

Ninguna institución tan exitosa y renegada como la mordida. Esa memorable escena de Salón México (comentada acá el 19 y el 26 de octubre) en que el policía Lupe va decidido a extorsionar a Mercedes me conmueve profundamente justo por la milagrosa (es decir, inverosímil, pero qué más da) transformación en la más absoluta devoción por esa mujer atribulada. Ese policía feo, humilde, taimado, que sigue pareciéndose tanto a los policías que aun estos días vemos por las calles, es la viva imagen del agente del desorden que en una de esas nos atiende y nos informa (serve and protect) con amabilidad, pero que ante la ocasión propicia no va a dudar en sugerirnos que mejor le caigamos con un buen billete (por favor no lo vayamos a ofender con minucias), para no parar en el corralón, ante el juez cívico, o de plano ante el MP.

Desde mis primeros años la imagen de los policías que vi fue de esos que intentaban amedrentar y extorsionar a mi papá por algún indefinido pretexto al circular en esa desvencijada R4, para terror de mi hermana Cris (qepd). Pero más terroríficos aún eran los “inspectores” de cualquier indefinida entidad de gobierno que llegaban charoleando (otra mexicanísima institución) a la fondita que la abuelita Victoria y sus dos hijas conducían denodadamente allá por Tacubaya. Con cualquier pretexto, la amenaza era la misma siempre: clausura. Negociar y arreglarse, ni modo. No había mayor drama aunque la situación era visiblemente molesta. Mis matriarcas ya tenían callo, sabían de qué iba, sabían cómo resolverlo.

Tal vez por eso años después me impactaron tanto Kafka y su émulo mexicano, Ibargüengoitia. Tal vez por eso me deslumbra aquel episodio del poli Lupe López. Tal vez por eso hace no sé cuántos años escribí un relato que con tremendismo titulé “Justicia Terrenal”. Veremos si las y los pacientes lectores lo honran en las dos próximas entregas.

Lo cierto es que las cosas han cambiado poco, o nada. Esa economía de la extorsión va igual o peor, todos tenemos evidencia al respecto.

Fotograma de Los Olvidados (Luis Buñuel, 1950)

Liga al relato escrito entre 1995 y 1998, con base en testimonios, notas e intuiciones de aquellos días. La intención es realista, y lo recupero porque las situaciones que aborda no solo son actuales, sino que hoy son aun peores: las del abuso y la extorsión simplemente por trabajar. https://nideakinide.blogspot.com/2012/02/justicia-terrenal.html 

Se publico en dos partes, el 7 y 14 de diciembre de 2021, también en Gaceta del Parque.

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